jueves, 14 de julio de 2011

No me gusta


Las redes sociales cada vez se expanden más, abarcan nuestra vida y la consumen. Están en todas partes, son omnipresentes y me recuerdan un poco a aquel clicheado pasaje de la biblia:

“También hacía que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha, o en la frente, a fin de que nadie pudiese comprar ni vender, excepto aquellos que llevasen la dicha marca…”

Porque donde quiera que uno volteé sea empresa, persona o institución; la moayoria tiene la marca de la bestia.
Facebook actualmente tiene unas 700 millones de personas y contando. Se ha convertido en una herramienta indispensable para el márquetin y tener más Likes es símbolo de estatus aunque todavía no se sabe bien para qué sirven.
Bueno, si se sabe. A las empresas les da credibilidad más que presencia. Y es que es más valioso que un amigo tuyo "le guste" cierta marca de ropa a que esa misma marca te diga que es la mejor. Por mucho tiempo se ha pedido crear un botón de “no me gusta” para equilibrar el universo social, pero esta medida nunca llegará.
La propuesta parte precisamente de hacer esto posible, literalmente real. Darle el poder al usuario de expresar su disgusto hacia las empresas e instituciones, que ávidas de poder nos exigen que les demos un pulgar arriba a cambio de basura virtual.
La idea es distribuir gratuitamente a la gente en el transporte público, escuelas, plazas, etc., las pegatinas de No me gusta. Para que la imponga en cualquier anuncio que le disguste, ya sea por su contenido, diseño, producto, etc.
Equilibremos el universo, salgamos del ciberespacio para transformar la realidad.


Aquí el link con los archivos para imprimir en tabloide.
Formato .jpg e Illustrator CS2
http://ge.tt/9HSCDy5

lunes, 11 de julio de 2011

Derivando por el carril lento, muy lento, lentísimo.

Éramos tres nada más.
Ya lo habíamos hecho antes pero parecía diferente. Los vinilos seguían ahí. La gente está acostumbrada a la rutina, a los cambios impuestos por las Instituciones, que al final no hace caso hasta que se le obliga (¿ambiguo? Sí, ¿quién hace caso a quien?).
Primero el ritual, el poema que nos introduce en la ceremonia. Lo leo un poco lento, demasiado rápido, asincrónico, sin cadencia, como aprendiendo a leer de nuevo, con altavoz; nadie me escucha de todos modos. Me convierto en tortuga. 
Luego caminamos, lentito. La plática se convierte en lugar público y viceversa. Un juego inventamos. Qué bueno es andar lento, cura todos los males pero en especial los mentales, que son los únicos que existen.
Luego una voz en el fondo: “se les informa a los usuarios que a partir de ahora el transbordo de San Lázaro se recorrerá lento…”. ¿Será? ¿La Institución nos ha hecho caso? ¿Ganamos? Veo a mis compañeros, no se sorprenden ante tal hecho surrealista, me sorprende más su falta de sorpresa. Tal vez lo soñé, un sueño despierto y sin drogas. Es bueno alucinar, andar lento lo propicia.
Éramos tres nada más. Pronto descubrimos que éramos miles porque cada vez que alguien entraba al carril lento se convertía en nosotros y nosotros en él, como un rio que fluye, nace y se seca al ritmo de los vagones. Donde la tortuga se vuelve rápida incluso yendo lento.
Acá el link de la acción http://www.redretro.net/node/49