La obra consta de diferentes piezas hechas de calcetín y relleno para almohada, que intentan rememorar los viejos juguetes de peluche hechos a mano pero transformando el concepto en un recuerdo corrompido.
Lo que busco construir con este ejercicio plástico es la configuración de entidades duales, contradictorias que remontan a lo suave y blanco pero al mismo tiempo a lo violento y perverso. El bricolaje es uno de los recursos que dan a las piezas ese juego de contrasentido, en donde lo plástico abunda con lo textil. Otro es el juego de texturas que refieren de lo algodonado a lo liso y crudo, de lo banal a lo real de esta vida. La interiorizidad que brinda el calcetín se conjura con lo fome del objeto ordinario: una roca, una pinza para ropa, tubos. Y esta es la principal burla al objeto llamado art toy donde juguetes construidos con pequeños tirajes son vendidos como objetos de colección destruyendo una vez más el concepto de objeto de arte único. Por eso mis “art toys” están hechos de calcetines usados, piezas encontradas en la calle, pero que los hace únicos al ser construidos completamente a mano, aborreciendo una vez más el proceso maquinal y dándole un extra de perversión y contenido crítico, donde los designer toys solo buscan ser “bonitos” para ser consumidos como decoraciones del escritorio.