Cansado de oír siempre la misma poética sobre el ya muy desgastado galimatías de la nacionalidad, exaltado por los aniversarios de Frida y Diego; me pregunto ¿si verdaderamente hay un discurso de lo mexicano, una cultura que lo identifique?
Cuántas veces hemos oído sobre la naturaleza del mexicano, es huevón, ingenioso, etc. Adjetivos que tanto se defienden y se pregonan con orgullo ¿qué no es lo mismo que la imagen del tipo con zarape dormido bajo un nopal? Este cliché característico tan explotado por la sociedad y medios que ha construido a un modelo del que sirve como justificación y a su vez crece por el mismo intercambio dialectico. Que no es todo un compendio de mitos que sustentan lo irreal, y le dan un sentido, una organización, una identidad a lo disperso; algo de que anclarse y sentirse parte de un grupo: el Chingón. En todas las culturas hay ingenio, por eso somos humanos, no es calidad de aquí que se dejen las cosas hasta al último (nótese que este ensayo es la excepción), y ¿que si es verdad? ¿Cómo ciertos valores pueden definir la mexicanidad?
Tal vez un problema de nuestra cultura y como la mostramos al mundo sea la del propio desconocimiento de ella. Y no es por ignorancia o desprecio. Es por lo poco sabemos de nuestros orígenes, a veces envidio las manifestaciones culturales de los japoneses o griegos que han trascendido las fronteras y forman parte de lo cotidiano. Las culturas prehispánicas fueron destruidas en su mayor parte, lo que sabemos es casi nada, todo es suposición e invención. Esto explica que no se puede dar una visión más profunda de nuestros antepasados, más allá de la imagen plana que se tiene al respecto.
Ya se ha hablado mucho de los periodos de nacionalismo del siglo pasado, por lo que entrare de lleno a lo que en materia estoy más informado: la época actual, y esto no me evitará regresar al pasado a retomar algunas cosas. Hoy tres de noviembre del 2007, vivimos en una época sin tiempo, sin pasado, sin futuro. Algunos teóricos, de una forma burlona que tal vez esconde una verdad, dicen que en México no se ha pasado a la posmodernidad, ni siquiera a la modernidad, que permanece en la premodernidad. Sin embargo yo creo que si bien en nuestra patria pasa algo extraño, un sincretismo entre la pre y la posmodernidad, es parte de un proceso que nos llevara a un futuro del hoy. Y es que en realidad lo que se vive en México es algo raro, tal vez porque no he vivido en otros países piense que es cuestión vernácula que todavía en estos años siga habiendo una fusión del pensamiento posmoderno y el premoderno pasando por un modernismo atrasado.
Parece que en México es el último lugar al que llegan los movimientos, ideas, manifiestos. Nuestra independencia fue una de las primeras en América sin embargo al mexicano no le gusta terminar lo que empieza—otra vez el cliché—, porque si bien la independencia fue hace casi 200 años no hubo una fecha de término. Tal vez durante la época postrevolucionaria que se dejaron atrás los modelos europeos o se adaptaron a la manera mexicana, provocó este desfase y la probable fusión de ideas, no fuimos absorbidos completamente por la cultura global, al menos hasta los últimos treinta años.
Si bien durante el 68 fue una época de efervescencia crítica no solo en México sino en todo el mundo, la represión en nuestro caso y la absorción al sistema en los otros países, produjo la extinción de la revolución cultural. Años después con la aparición de la generación X, la conciencia mundial cambió. Finalmente todo parece ser parte de la transición, tal vez me estoy adelantando al querer ver una unidad de tipo de pensamiento si bien el posmodernismo comenzó hace unos 50 años, falta que tome una forma definida, disperse sus semillas del mal, y afortunadamente todavía habrá pensamientos contrarios, críticos.
En el arte pasa algo extraño, mientras que en las galerías y a veces en las calles, la idea de arte ha trascendido la vanguardia, en la gente fuera de esta área aun viven en el clasismo, busca la funcionalidad del arte y que rose su gusto personal basado en lo figurativo. En un programa de arte contemporáneo que pasa en el 22, se hacía una encuesta a los transeúntes sobre las esculturas colosales que se encuentran por la ciudad, como el caballito de Sebastián, o las que se están por Coyoacán. La mayoría de los entrevistados manifestaba sus disgusto hacia las obras, no las entendía, pero lo que no entendían era que no había nada que entender. Tal vez a esto se referían a que el mexicano está en el premodernismo, al tener concepciones del arte de antes de la vanguardia incluso. Con esto no estoy diciendo que el discurso del arte actual sea mejor. Ahora que nos encontramos en la era del vacío, el arte no tiene ya significado, ha muerto el símbolo, lamentablemente está pasando con las manifestaciones aquí en México. Las propuestas, amparadas bajo la supuesta libertad, no proponen nada, son productos del mercado. Se usan iconos de lo mexicano pero descontextualizados, asesinados.
Pero esperen si tenemos nuestros propios artistas e incluso un movimiento artístico. Ahora que ya no está la terrible amenaza del comunismo ya se puede sacar a relucir los cien años de Rivera. Frida y Diego han sido por fin absorbidos a la cultura Pop, se pueden ver en cualquier lugar, les hacen ciclos de televisión, exposiciones, etc., los han llevado al hastío. Siendo honesto estoy harto de toda esta faramalla, Frida ni siquiera era tan buena, hay artistas que merecen mayor reconocimiento pero han sido dejadas al olvido. Diego descontextualizado es como la imagen del Che en camisitas de jóvenes ignorantes. Como hay el Mall Hippie[1], la sociedad actual está llena de apariencias. Por todas partes hay personas llenas de supuestos ropajes autóctonos, bolsitas de mercado con la imagen de Frida, etc. Huipiles que en Liverpool cuestan obscenidades y sin embrago las pagan, pero cuando van a tianguis le regatean hasta que casi se lo regalen, así es el mexicano. Frida y Diego murieron y ahora son Zombies a merced del mercader.
También somos una cultura de la imagen, que aprende de lo visual y olvida el procesamiento de la lectura. El mexicano lee, si ¿pero qué basura?. Entre las revistas de chismes, o para adolecentes muy pocos leen lo que un japonés: 40 libros al año. Muchos elogian a J.K Rowling por hacer que niños y adultos generen el gusto por la lectura, ¿pero qué contenido se les está dando? Libros como el código da vinci, o de Steven King, son la fast food de la literatura. Si alguien me dice que se alegra que la gente lea a Harry Potter creo que también le agradaría que le dieran de comer Mc Donals a los que se mueren de hambre en África. La cultura visual en la que estamos es susceptible a que los mass media controlen la forma de pensar de la gente. Un ejemplo concreto, la tragedia en Tabasco ocasionado por un error de planeación en las presas y la infraestructura —Nueva Orleans no nos enseño nada— ha sido muy sonado últimamente, miles de personas han donado a las cuentas, ¿pero que se sabe de las anteriores catástrofes? Muchos de eso recursos han sido jineteados y han sido desviados a empresas y a familiares de Martita. Claro esto nunca se sabe, solo algunos periódicos lo sacan, pero como nadie lee, prefiere seguir en su mundo de simulacro.
El problema de la lectura nos lleva evidentemente ante la educación. Si bien muchos les echan la culpa a los profesores flojos, otros a las políticos, la verdad es que es un problema de ambos, de abajo y los de arriba. Pero el varadero culpable es la Institución, que limita el discurso, excluye y controla lo que debe pronunciarse. Irónicamente en la escuela uno se va a enterarse de los demás discursos, la institución sustenta lo que debe saberse y lo que no. Desde la mutilación de la historia, nuestra historia. La reducción de horas de clase, la aparición de materias de relleno, la reducción de las ciencias, parecía extraño preguntarse el porque la gente no lee, pero al igual que la pregunta del génesis del huevo y la gallina, todo se responde con una dialéctica de complementarios, ninguno surgió primero sino que fue un proceso de contribución mutua, hasta llegar a lo que conocemos ahora.
El titulo de este ensayo involucra un juego de palabras que encierran la siguiente tesis. El mexicano avergonzado de serlo; influenciado por la cultura europea o norteamericana tiene un gran desprecio por lo que corresponde a su tierra. Se queja de los clichés del mexicano como el ya mencionado del nopal, sin embargo cae en otros como: “lo que está hecho en México está mal hecho” y el fue concebido en México; o “que todos son unos rateros, desde los que están en la política hasta los que te roban el celular en las calles” pero también compra discos piratas; odia todo lo que tenga referencia lo nacionalista. Niega su propia naturaleza, se odia y busca eliminar esa conexión. Estamos frente al claro ejemplo de un individuo clase-mediero, joven posmoderno que busca la globalización, ser parte del mundo, un ser global. No estoy diciendo que este bien o mal, solo que este es un rasgo que cada vez aparece más. El Mexica No, el cosmopolita Si.
Y este mismo individuo busca la diferencia y la identidad, ingenuamente se viste raro, cree estar en el underground, sin saber que mientras siga consumiendo la ropa que le venden permanecerá en el mainstream. No tiene religión, no hay un metarelato; existe un principio de incredulidad, no se cree en lo que le dicen las instituciones —los padres, la iglesia, el gobierno— pero cree en el caudal de información sin nombre que aparece en internet y en su trascendencia. Una indiferencia.
La cultura del simulacro crece, con esta generación y las que le siguen. Para que la realidad si hay realidad virtual, no hay muerte sino tratamiento artificial, ha muerto la otredad, parafraseado a Baudrillard. Ahora que todo es una Hiperrealidad, los discursos como la democracia son un simulacro, las elecciones son solo una fiesta de algo que tal vez nunca existió.
Si hay una cultura mexicana, no hay duda, llena a su vez de subculturas. Definir el discurso de lo mexicano implicaría otros ensayos. Para conocer la cultura propia hay mirarnos a nosotros mismos, luego al otro, contemplar la otredad de nuestros vecinos y así tener un atisbo de la imagen de México. Pero el problema es que la cultura y no solo la mexicana va a una unificación, el pensamiento de lo posmoderno que quizá desemboque en una pluralidad de culturas en apariencias que por dentro están vacías, unidas bajo el sello de la cultura global.
Bibliografía
Baudrillard, Jean. "El crimen Perfecto". Tercera edición. Barcelona, Anagrama, 1995.
Focault, Michael. "El orden del discurso". Francia, (fotocopias), 1970.
Sartori, Giovanni. "Homo Videns. La sociedad teledirigida" . México, Taurus, 1997.
Vattimo, Gianni. "En torno a la posmodernidad". Barcelona, Anthopos, 1986.
[1] Termino aplicado a la persona, que después de que el movimiento hippie fue absorbido por el sistema de consumo, viste ropa hippie , oye música de los 60 , como alimentos naturales, pero todo dentro de una moda, tiene dinero y comparte muy pocas ideas con el verdadero movimiento todo lo que obtiene lo consigue del Supermercado (mall).
Cuántas veces hemos oído sobre la naturaleza del mexicano, es huevón, ingenioso, etc. Adjetivos que tanto se defienden y se pregonan con orgullo ¿qué no es lo mismo que la imagen del tipo con zarape dormido bajo un nopal? Este cliché característico tan explotado por la sociedad y medios que ha construido a un modelo del que sirve como justificación y a su vez crece por el mismo intercambio dialectico. Que no es todo un compendio de mitos que sustentan lo irreal, y le dan un sentido, una organización, una identidad a lo disperso; algo de que anclarse y sentirse parte de un grupo: el Chingón. En todas las culturas hay ingenio, por eso somos humanos, no es calidad de aquí que se dejen las cosas hasta al último (nótese que este ensayo es la excepción), y ¿que si es verdad? ¿Cómo ciertos valores pueden definir la mexicanidad?
Tal vez un problema de nuestra cultura y como la mostramos al mundo sea la del propio desconocimiento de ella. Y no es por ignorancia o desprecio. Es por lo poco sabemos de nuestros orígenes, a veces envidio las manifestaciones culturales de los japoneses o griegos que han trascendido las fronteras y forman parte de lo cotidiano. Las culturas prehispánicas fueron destruidas en su mayor parte, lo que sabemos es casi nada, todo es suposición e invención. Esto explica que no se puede dar una visión más profunda de nuestros antepasados, más allá de la imagen plana que se tiene al respecto.
Ya se ha hablado mucho de los periodos de nacionalismo del siglo pasado, por lo que entrare de lleno a lo que en materia estoy más informado: la época actual, y esto no me evitará regresar al pasado a retomar algunas cosas. Hoy tres de noviembre del 2007, vivimos en una época sin tiempo, sin pasado, sin futuro. Algunos teóricos, de una forma burlona que tal vez esconde una verdad, dicen que en México no se ha pasado a la posmodernidad, ni siquiera a la modernidad, que permanece en la premodernidad. Sin embargo yo creo que si bien en nuestra patria pasa algo extraño, un sincretismo entre la pre y la posmodernidad, es parte de un proceso que nos llevara a un futuro del hoy. Y es que en realidad lo que se vive en México es algo raro, tal vez porque no he vivido en otros países piense que es cuestión vernácula que todavía en estos años siga habiendo una fusión del pensamiento posmoderno y el premoderno pasando por un modernismo atrasado.
Parece que en México es el último lugar al que llegan los movimientos, ideas, manifiestos. Nuestra independencia fue una de las primeras en América sin embargo al mexicano no le gusta terminar lo que empieza—otra vez el cliché—, porque si bien la independencia fue hace casi 200 años no hubo una fecha de término. Tal vez durante la época postrevolucionaria que se dejaron atrás los modelos europeos o se adaptaron a la manera mexicana, provocó este desfase y la probable fusión de ideas, no fuimos absorbidos completamente por la cultura global, al menos hasta los últimos treinta años.
Si bien durante el 68 fue una época de efervescencia crítica no solo en México sino en todo el mundo, la represión en nuestro caso y la absorción al sistema en los otros países, produjo la extinción de la revolución cultural. Años después con la aparición de la generación X, la conciencia mundial cambió. Finalmente todo parece ser parte de la transición, tal vez me estoy adelantando al querer ver una unidad de tipo de pensamiento si bien el posmodernismo comenzó hace unos 50 años, falta que tome una forma definida, disperse sus semillas del mal, y afortunadamente todavía habrá pensamientos contrarios, críticos.
En el arte pasa algo extraño, mientras que en las galerías y a veces en las calles, la idea de arte ha trascendido la vanguardia, en la gente fuera de esta área aun viven en el clasismo, busca la funcionalidad del arte y que rose su gusto personal basado en lo figurativo. En un programa de arte contemporáneo que pasa en el 22, se hacía una encuesta a los transeúntes sobre las esculturas colosales que se encuentran por la ciudad, como el caballito de Sebastián, o las que se están por Coyoacán. La mayoría de los entrevistados manifestaba sus disgusto hacia las obras, no las entendía, pero lo que no entendían era que no había nada que entender. Tal vez a esto se referían a que el mexicano está en el premodernismo, al tener concepciones del arte de antes de la vanguardia incluso. Con esto no estoy diciendo que el discurso del arte actual sea mejor. Ahora que nos encontramos en la era del vacío, el arte no tiene ya significado, ha muerto el símbolo, lamentablemente está pasando con las manifestaciones aquí en México. Las propuestas, amparadas bajo la supuesta libertad, no proponen nada, son productos del mercado. Se usan iconos de lo mexicano pero descontextualizados, asesinados.
Pero esperen si tenemos nuestros propios artistas e incluso un movimiento artístico. Ahora que ya no está la terrible amenaza del comunismo ya se puede sacar a relucir los cien años de Rivera. Frida y Diego han sido por fin absorbidos a la cultura Pop, se pueden ver en cualquier lugar, les hacen ciclos de televisión, exposiciones, etc., los han llevado al hastío. Siendo honesto estoy harto de toda esta faramalla, Frida ni siquiera era tan buena, hay artistas que merecen mayor reconocimiento pero han sido dejadas al olvido. Diego descontextualizado es como la imagen del Che en camisitas de jóvenes ignorantes. Como hay el Mall Hippie[1], la sociedad actual está llena de apariencias. Por todas partes hay personas llenas de supuestos ropajes autóctonos, bolsitas de mercado con la imagen de Frida, etc. Huipiles que en Liverpool cuestan obscenidades y sin embrago las pagan, pero cuando van a tianguis le regatean hasta que casi se lo regalen, así es el mexicano. Frida y Diego murieron y ahora son Zombies a merced del mercader.
También somos una cultura de la imagen, que aprende de lo visual y olvida el procesamiento de la lectura. El mexicano lee, si ¿pero qué basura?. Entre las revistas de chismes, o para adolecentes muy pocos leen lo que un japonés: 40 libros al año. Muchos elogian a J.K Rowling por hacer que niños y adultos generen el gusto por la lectura, ¿pero qué contenido se les está dando? Libros como el código da vinci, o de Steven King, son la fast food de la literatura. Si alguien me dice que se alegra que la gente lea a Harry Potter creo que también le agradaría que le dieran de comer Mc Donals a los que se mueren de hambre en África. La cultura visual en la que estamos es susceptible a que los mass media controlen la forma de pensar de la gente. Un ejemplo concreto, la tragedia en Tabasco ocasionado por un error de planeación en las presas y la infraestructura —Nueva Orleans no nos enseño nada— ha sido muy sonado últimamente, miles de personas han donado a las cuentas, ¿pero que se sabe de las anteriores catástrofes? Muchos de eso recursos han sido jineteados y han sido desviados a empresas y a familiares de Martita. Claro esto nunca se sabe, solo algunos periódicos lo sacan, pero como nadie lee, prefiere seguir en su mundo de simulacro.
El problema de la lectura nos lleva evidentemente ante la educación. Si bien muchos les echan la culpa a los profesores flojos, otros a las políticos, la verdad es que es un problema de ambos, de abajo y los de arriba. Pero el varadero culpable es la Institución, que limita el discurso, excluye y controla lo que debe pronunciarse. Irónicamente en la escuela uno se va a enterarse de los demás discursos, la institución sustenta lo que debe saberse y lo que no. Desde la mutilación de la historia, nuestra historia. La reducción de horas de clase, la aparición de materias de relleno, la reducción de las ciencias, parecía extraño preguntarse el porque la gente no lee, pero al igual que la pregunta del génesis del huevo y la gallina, todo se responde con una dialéctica de complementarios, ninguno surgió primero sino que fue un proceso de contribución mutua, hasta llegar a lo que conocemos ahora.
El titulo de este ensayo involucra un juego de palabras que encierran la siguiente tesis. El mexicano avergonzado de serlo; influenciado por la cultura europea o norteamericana tiene un gran desprecio por lo que corresponde a su tierra. Se queja de los clichés del mexicano como el ya mencionado del nopal, sin embargo cae en otros como: “lo que está hecho en México está mal hecho” y el fue concebido en México; o “que todos son unos rateros, desde los que están en la política hasta los que te roban el celular en las calles” pero también compra discos piratas; odia todo lo que tenga referencia lo nacionalista. Niega su propia naturaleza, se odia y busca eliminar esa conexión. Estamos frente al claro ejemplo de un individuo clase-mediero, joven posmoderno que busca la globalización, ser parte del mundo, un ser global. No estoy diciendo que este bien o mal, solo que este es un rasgo que cada vez aparece más. El Mexica No, el cosmopolita Si.
Y este mismo individuo busca la diferencia y la identidad, ingenuamente se viste raro, cree estar en el underground, sin saber que mientras siga consumiendo la ropa que le venden permanecerá en el mainstream. No tiene religión, no hay un metarelato; existe un principio de incredulidad, no se cree en lo que le dicen las instituciones —los padres, la iglesia, el gobierno— pero cree en el caudal de información sin nombre que aparece en internet y en su trascendencia. Una indiferencia.
La cultura del simulacro crece, con esta generación y las que le siguen. Para que la realidad si hay realidad virtual, no hay muerte sino tratamiento artificial, ha muerto la otredad, parafraseado a Baudrillard. Ahora que todo es una Hiperrealidad, los discursos como la democracia son un simulacro, las elecciones son solo una fiesta de algo que tal vez nunca existió.
Si hay una cultura mexicana, no hay duda, llena a su vez de subculturas. Definir el discurso de lo mexicano implicaría otros ensayos. Para conocer la cultura propia hay mirarnos a nosotros mismos, luego al otro, contemplar la otredad de nuestros vecinos y así tener un atisbo de la imagen de México. Pero el problema es que la cultura y no solo la mexicana va a una unificación, el pensamiento de lo posmoderno que quizá desemboque en una pluralidad de culturas en apariencias que por dentro están vacías, unidas bajo el sello de la cultura global.
Bibliografía
Baudrillard, Jean. "El crimen Perfecto". Tercera edición. Barcelona, Anagrama, 1995.
Focault, Michael. "El orden del discurso". Francia, (fotocopias), 1970.
Sartori, Giovanni. "Homo Videns. La sociedad teledirigida" . México, Taurus, 1997.
Vattimo, Gianni. "En torno a la posmodernidad". Barcelona, Anthopos, 1986.
[1] Termino aplicado a la persona, que después de que el movimiento hippie fue absorbido por el sistema de consumo, viste ropa hippie , oye música de los 60 , como alimentos naturales, pero todo dentro de una moda, tiene dinero y comparte muy pocas ideas con el verdadero movimiento todo lo que obtiene lo consigue del Supermercado (mall).
1 comentario:
Casi de acuerdo con todo, pero no creo que eso de las culturas prehispánicas sea el origen del mexicano. El siglo XIX es un referente más cercano a lo que podría definirse como Mexicano. En esa época existieron personajes de gran valor literario, histórico y antropológico para el país y su conformación como nación con un lenguaje particular. Para muestra, los Flores Magon; si eso no es mexicano... entonces nadie ha entendido la historia de México. Este es el problema de un mito nacional mal construido. Um... he dicho, jeje.
Publicar un comentario