Se acercan las elecciones de [inserte los comicios más próximos aquí] y nos llega de pronto toda una carga mediática invitándonos, sino obligándonos a votar (recordemos esa infame campaña “si no votas cállate”).
El abstencionismo crece y muchos se preguntan, no a qué candidato registrado elegir, sino si ir a las casillas a anular el voto o quedarse cómodamente en casa, al final “pus es lo mismo”.
Debemos partir de un supuesto: la gente que ha decidido no votar generalmente es por su inconformidad con el sistema democrático/político actual. También suponemos que, después de una tradición de fraudes electorales, se pregunten de que manera su voto en potencia pueda ser usado o mal usado. Surgen entonces las ideas, sobre que si no anulas tu voto lo pueden utilizar para rellenar urnas; y con eso de que hasta a los muertos los han hecho votar, es para pensarse.
A una amiga le tocó ser funcionaria de casilla en las elecciones del 2006. A la hora de contar votos resultó que había más boletas en las urnas que incluso los registrados para ese distrito. La decisión del “jefe de los funcionarios” fue ir descartando boletas hasta que cuadraran con los registros de los votantes. Curiosamente los votos que tiraron eran los que pertenecían a la oposición.
Mi propuesta no evita este fraude, pero ofrece ciertas ventajas para aquel que desee expresar su rechazo al sistema y/o clase política.
Supongamos que en un distrito hay 5 habitantes registrados en el padrón. Dos personas votan por el partido Azul, dos por el Blanco, y una anula su voto. Al revisar encontramos que hay 8 boletas; cinco para Azul, dos para Blanco, y un voto anulado. Suponiendo que todos los funcionarios fueran seres lógicos y salomónicos, quitarían un voto al Azul, otro al Blanco y eliminarían el anulado para cuadrar el número de personas que fueron a votar con el número de boletas. El resultado sería Azul 4, Blanco 1. Si el fraude viene de alguno de los encargados, las boletas eliminadas serian de Blanco, por lo que quedaría en un arrasador cinco a cero favor Azul.
Ahora supongamos que ese mismo que anuló su voto le dio flojera ir a pintarse el dedo. Entonces tendríamos 7 boletas por 4 sufragistas. El mismo método de substracción equitativa de votos daría tres a uno— que no sería tan justo porq le están quitando más puntos a un partido, por lo que sustrayendo dos puntos a cada quien sería más equitativo: Azul 3 (5 – 2), Blanco 0 (2 – 2) más un voto anulado. Con fraude interno habría un resultado de cuatro a cero. Azul sigue ganando aunque con menos votos.
Lo que hay que anotar no es tanto la diferencia numérica de un método u otro, ya que estas aproximaciones no son muy realistas. Sino el valor del abstencionismo; en el primer ejemplo los resultados darían a entender que todo el distrito está de acuerdo con el sistema; en el segundo existe alguien que no. Y si hay un gran número de abstenciones, se puede dar como nula la elección.
Cada quien es libre de ir a votar o no; de llenar con odio la boleta electoral o quedarse en casa a ver el futbol. No se trata de acarrear u obligar. La cuestión es de convertirse en un ser político que discuta el ambiente nacional e internacional, oiga y proponga opiniones; lea y escriba. Las Instituciones nos han hecho ver la política como algo indeseable, aburrido y corrupto, y precisamente quieren eso para que no nos involucremos en ella y sigan haciendo lo que quieran.
Al final sigue la pregunta: ¿anular o no ir a votar? ¿Ustedes qué piensan? ¿Qué otros métodos de política subversiva conocen? Dejen sus comentarios.